A pesar de que el sufrimiento y el dolor por la pérdida son manifestaciones que, en la mayoría de los casos, necesitan de la intervención de un profesional de la salud, nosotros mismos, como acompañantes en el proceso, también podemos ofrecer ayuda de forma paralela.

Brindar acompañamiento y apoyo a la persona que ha sufrido una pérdida significativa se torna fundamental, sin embargo, estoy segura de que en muchas ocasiones puede resultarnos difícil saber qué decir, cómo actuar o cómo ser capaces de prestar nuestra ayuda de una manera eficaz.

Por ello, resultaría interesante considerar las siguientes recomendaciones cuando alguien de nuestro entorno está sufriendo un duelo:

• Saber escuchar. Brindar la oportunidad a la comunicación y escucha activa es la mejor manera para que la persona afectada pueda verbalizar sus preocupaciones mas internas. Además, la capacidad de escucha es una habilidad que enriquece no solo al que habla, sino también al que atiende a sus palabras.
• Darle constancia a la persona que sufre de que “estamos ahí”, de nuestro acompañamiento personal y nuestra presencia en el proceso.
• Prestar ayudas específicas. Alejarnos de proposiciones del tipo “si quieres algo me avisas” y emplear la directividad e iniciativa mediante ayudas concretas, respetando la intimidad de la persona en duelo.
• Ser paciente. Evitar marcar los tiempos para que la persone supere su dolor, ser paciente en este aspecto y comprender que no existen plazos de tiempo establecidos para ello.
• Hablar sobre nuestras propias pérdidas, sobre nuestros propios procesos de duelo pasados, sobre cómo los gestionamos y nos adaptamos a las pérdidas, teniendo en cuenta que la otra persona puede tener estilos de afrontamiento distintos a los nuestros.
• Evitar simular que nos sentimos del mismo modo. Dado que cada uno de nosotros experimentamos los sentimientos de manera única, lo mejor que podemos hacer en estos casos es dejar la puerta abierta para que la persona en duelo nos cuente cómo se siente, en lugar de intentar dar por sentado que sabemos cómo experimenta lo que siente.

REFERENCIAS

Neimeyer, A. (2007). Aprender de la pérdida. Paidós Ibérica.