Tarea de duelo II: adaptación
La adaptación tras la pérdida es todo aquel proceso que interviene en el desarrollo de nuestras actividades en un entorno en el que el fallecido ya no está presente. En términos absolutistas, podríamos definirlo como el afrontamiento activo a la nueva realidad de cambio.
Durante el transcurso de la tarea de adaptación haremos uso de nuestra capacidad de afrontamiento; aquella que a pesar de las circunstancias y el dolor nos impulsa a encontrar y descubrir un nuevo sentido en todo lo que vivimos, contribuyendo a la adopción de nuevas habilidades, destrezas e incluso roles.
Por otra parte, la adaptación a la pérdida conlleva una última tarea: conceder un nuevo significado emocional al fallecido con el objetivo de “cicatrizar las heridas”, es decir, poder recordar al fallecido con todas las emociones que eso conlleva, a excepción del dolor y el sufrimiento. Esta última tarea se centra en reconstruir la relación emocional con el ser querido pues, aunque no tengamos su presencia física, continuaremos teniendo para siempre sus recuerdos, vivencias, valores y aprendizajes.
Por consiguiente, el proceso de duelo puede significar una reconstrucción activa, tanto a nivel personal, tomando el amor por la vida como una de las mejores formas de rendir homenaje a aquellos que ya no están, como una reconstrucción activa de la relación emocional con el fallecido; una relación que permanecerá en el tiempo a pesar de la ausencia física de nuestro ser querido.
REFERENCIAS
Neimeyer, A. (2007). Aprender de la pérdida.. Paidós Ibérica.
Frankl, V. (2015). El hombre en busca de sentido. Herder.