Tarea de duelo I: aceptación
El apego, en su conceptualización más elemental, hace referencia a la necesidad humana de establecer relaciones interpersonales que nos aporten amparo y protección; vinculaciones afectivas que desarrollaremos con las personas más significativas a lo largo de toda nuestra vida, pues ésta es una conducta adaptativa y universal. En líneas generales, todos los seres humanos sufrimos el dolor por la transformación de ese vínculo emocional cuando fallece un ser querido.
Ante cualquier pérdida, el duelo se convierte en un proceso activo y dual que requiere de varias tareas oscilantes entre “el sentir” y “el hacer”.
Desde la esfera emocional (“el sentir”), es fundamental aceptar la realidad de lo que ha ocurrido, de la pérdida. En ocasiones, la negación puede aparecer como una estrategia de afrontamiento intelectual y evitación emocional ante una situación inesperada y angustiosa, sin embargo, llega a convertirse en una conducta disfuncional cuando nos impide acceder a la aceptación.
La aceptación de la realidad es una tarea inicial que conlleva tiempo y tras la que, en mayor o menor medida, aparecen sentimientos de dolor y otras emociones que conviene identificar y gestionar de manera adecuada. Trabajar el dolor emocional es la forma de evitar suprimirlo continuamente; es un modo de poder transformarlo en tristeza y, de esta forma, facilitar su gestión. Negar las emociones o esquivar reconocerlas puede dificultar el duelo e incluso, alargarlo en el tiempo.
Elaborar las tareas iniciales del duelo conlleva encontrarse con el ámbito más personal y humano de cada uno: nuestras emociones.
REFERENCIAS
Neimeyer, A. (2007). Aprender de la pérdida. Paidós Ibérica.
Bowlby, J. (1993). El apego y la pérdida. Paidós Ibérica.